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nelson gonzález leal

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Trazar el camino de la ausencia en un viaje que aparenta ser sin retorno no es difícil, lo que resulta terrible es el juego que la imaginación establece con la esperanza. En ese ejercicio se dibujan senderos por donde la mente se desplaza en una búsqueda agotadora. El espacio entonces tornase refugio imprescindible de la mirada que, cansada de escrutar, implora reposo. Hay una sobrecarga informativa y se impone la limpieza. Hurgamos, luego, con más cuidado para desechar lo innecesario, lo redundante, lo abrumador. Eso posibilita lo poético. Por ello, muchas veces, la ausencia es un poema escrito con un trazo en el aire o una taza colocada en una esquina cualquiera. Al borde de todo quedan las interpretaciones. Quien no ha transitado esos caminos quizás no comprenda o solo intuya lo que existe tras el falso sinsentido del vacío.

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